Jabalcuz amaneció con montera… pero aun así nos animamos a emprender por fin la ruta que las anheladas lluvias que se anunciaban para la semana pasada nos habían obligado a posponer.

El Otoño ha desplegado sus colores en la Cañada de las Hazadillas, y sobre la alfombra amarilla de las hojas de arces y nogueras comenzamos la subida hacia la Cruz de la Chimba. Ya en la cumbre nos detuvimos a contemplar la hermosa amplitud del paisaje mientras el aire nos traía los aromas de la sierra, la música callada de la sierra, la caricia fresca de las nubes que se arremolinaban entre los picos: Jaén lucía con sol, y la Pandera mostraba orgullosa su blanco vestido de las primeras nieves.

Continuamos hacia el Puntal de Matamulos y, entre los riscos y el silencio de las cumbres, una pareja de águilas levantó el vuelo al sentirnos llegar…luego, la Cueva del Montañés, ventana abierta sobre los barrancos que dan al Quiebrajano; Matamulillos y las vistas de las colas del pantano, ojo de luna rota que brilla allá en lo hondo…; los Llanos de Palomares, salpicados de oro y grana en los quejigos, lentiscos y cornitas. Y finalmente, por el Barranco del Fresno volvemos a la Cañada y sus nogueras, su fuente y su alfombra de hojas que pronto el viento y el Invierno se llevarán.

Retornamos con el cansancio de la caminata y la alegría que deja el caminar en compañía, soñando con volver a recorrer los senderos de esta sierra nuestra, tan cerca (¡y tan lejos!) de Jaén.

Carmen Cano

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