En la luminosa mañana de noviembre, con nuestro guía Fernando, comenzamos la ruta desde el pueblo de Valdepeñas de Jaén, subiendo por la ladera oeste de la montaña; entre el rumor de algunos tajos de aceituneros que ya han comenzado la campaña en los olivares al pie de monte de La Solana. El camino asciende entre pinares, se asoma a La Pandera y el valle en riscos cortados a pico, y sigue, suavizando la subida en sus zigzags, hasta las altas cimas.
Arriba nos recibe el silencio de las cumbres, la amplitud del horizonte cuya vista ensancha el alma: a un lado, la campiña, que se extiende más allá de la provincia, porque no entiende de límites, caseríos y cerros que la mirada juega a reconocer: la Peña de Martos, Valdepeñas, Porcuna… y pueblos cordobeses en la lejanía azul; al otro lado, la Sierra Sur, los barrancos, los pinares salpicados con las notas encendidas de algún arce, el pedregal y las montañas, y a lo lejos…: los picos blancos de Sierra Nevada.
(Carmen Cano)

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