Como viene siendo habitual les dejamos con las fotografías y la reflexión personal que nos envía nuestra socia Carmen Cano de la pasada visita cultural a los Conventos de Jaén.
¡Estamos seguros que les encantará leerla!
——–

«Avanza el Adviento, tiempo de preparación para la Navidad, tiempo de gozosa espera… en la mañana malva y verde, rosa y blanca, como los colores de las velas que alumbran sus cuatro domingos, nos reunimos bajo el arco de la Puerta del Ángel. Desde la hornacina del frontón, el arcángel San Miguel nos ve llegar y nos da la bienvenida. Entramos a lo que fue el recinto amurallado de la vieja ciudad. Eva, nuestra guía, nos conducirá en una ruta por los conventos de clausura: muros dentro de los muros… Nos explicará la historia de su fundación, la singularidad de sus iglesias, los detalles de sus retablos y de las imágenes que albergan.

En el aire recoleto del compás, junto al aroma de jazmines, huele a mazapán y a canela… Las monjas del convento de la Concepción Franciscana (las Bernardas), las carmelitas descalzas del convento de Santa Teresa, y las clarisas del Real Monasterio de Santa Clara nos abren las puertas de sus templos donde han dispuesto con esmero, junto al limpísimo mantel de encaje del altar, sus coronas de Adviento. La doble reja del coro bajo, tras la cual se sitúan las dependencias de la clausura, nos hacen preguntarnos quién está de verdad encerrado: si ellas, las hermanas, en su libre y amorosa entrega; o nosotros, en nuestro apego encadenado a tantas cosas mundanas.

En Santa Clara nos aguardaba la sorpresa de ver ya puesto su maravilloso belén, donde se entrelazan las escenas de la vida cotidiana y el Misterio de Dios que se hace Niño. Y… rueda que rueda, el torno y las preguntas… nos demoramos comprando dulces que llevan mezclada en su receta la oración sincera; y seguimos cuestionándonos qué es lo que significa para nosotros esta espera del Adviento, qué es lo que de verdad importa… Repica la campana en su espadaña. Las hermanas que se preparan para la Misa, y el ciprés, “enhiesto surtidor de sombra y sueño”, metáfora de espiritual anhelo, ofrecen la respuesta a mis preguntas: Mi “alma sin dueño”, (como la del poeta) quiere mirar hacia el cielo como el árbol, como los pastores de Belén… como la ofrenda generosa de cada gesto de las monjas, como el eco de sus plegarias.»

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies